Acta Herediana vol. 63, N° 2, julio 2020 - diciembre 2020
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pasaba, esas cosas a mí me generan culpa, siento
que mi atención tampoco se focaliza, si estoy
haciendo cosas del trabajo tengo estos sentimientos
de culpa de que no estoy compartiendo momentos
con personas importantes, pero cuando estoy con
mi familia siento que hay cosas que se me están
acumulando, me siento dividida, qué genera en mí,
que no disfrute de los momentos de manera plena ni
en el trabajo ni en la familia (…), además tengo el
sentimiento de que alguien se pueda enfermar en la
casa (…) siento que si algo le pasara a alguien en la
familia va a ser mi responsabilidad (…).
A mí me gusta ver noticias, me gusta saber lo que
está pasando, en las noches prendo la televisión,
leer el periódico, sí me gusta estar revisando cosas,
pero ahora con esto del COVID todas las noticias
están relacionadas con este tema y el tratamiento de
las noticias, la forma cómo se transmite la noticia
es devastadora, no se analizan las cosas, plantear
alguna alternativa o las cosas que se están haciendo
para poder superarlas; las noticias es una desgracia
tras otra, una catástrofe tras otra (…) eso te
perturba.
Yo he creído que tenía todos los síntomas del
COVID, a partir de eso es que decido no ver más
noticias, fueron más o menos 10 días, sentía todos
los síntomas, tenía dolores de cabeza, por las noches
no podía respirar adecuadamente, tenía fatiga,
cansancio, llegue a toser, también tuve congestión
porque leí que era uno de los síntomas, después
tuve malestar corporal, dos días me sentía como
si tuviera temperatura, tenía toda la sensación de
estar calenturada, mis ojos vidriosos como cuando
tienes ebre (…) estaba convencida de que estaba
contagiada (…) son expresiones de todo esto:
culpa, miedo, el cuerpo pues habla (…) me acostaba
cansada, agotada y me despertaba cansada, y no
veía, como que todo se hubiera oscurecido, claro en
la realidad no es así pero yo lo sentía (…).
(…) en circunstancias críticas se te pueden ocurrir
cosas interesantes (…) considero que los niveles
de creatividad que he alcanzado antes no eran tan
notorios, siento que mi mente está trabajando a un
ritmo que no lo tenía antes (…) cada uno de nosotros
está marcando precedentes, como si cada uno de
nosotros estuviera escribiendo la historia, nunca
ha ocurrido algo así, de esta magnitud, entonces
creo que todo lo que podemos hacer está marcando
precedentes para las nuevas generaciones (…) todo
esto a mí, sí me ha servido muchísimo (…) otra de
las cosas que me he dado cuenta en este tiempo es
que (…) hay muchas cuestiones materiales que ya
no son para mí una prioridad, una necesidad, ya
no tengo esa angustia por las cuestiones materiales
(…) el no tener me generaba muchas cosas (…)
eso también ha cambiado mucho, de esas cosas no
depende tu vida (…) y se ha aanzado el tema de
las relaciones, extraño muchísimo poder reunirme,
poder salir, conversar (…) estar con gente (…).
V
Reexiones nales. El Perú es una sociedad
con una experiencia histórica en la cual se ha
instituido relaciones socioculturales basadas
en el miedo, la incertidumbre, la inseguridad,
la precariedad, la desconanza, etcétera
fracturando la institucionalidad del país y su
tejido social. Ha normalizado como parte de
sus interacciones cotidianas lo que deberían
ser circunstancias. Este es el escenario sobre
el cual emerge azarosamente la pandemia
COVID-19.
En el contexto de la pandemia, se maniestan
una multiplicidad de emociones vivenciadas
de manera discontinua, convergente y con
gran intensidad. En la mayoría de los casos se
trata de percepciones y sentimientos negativos
que están relacionados, principalmente, a
lo incontrolable del fenómeno. El torrente
afectivo se estructura en torno a los dos miedos
fundamentales característicos de la cultura
occidental: los miedos a la muerte y al otro.
En la experiencia presentada, la condición de
vulnerabilidad, un Estado empírico, una salud
pública colapsada desde antes de la pandemia,