1 Decano de la Facultad de Salud Pública, Universidad Peruana
Cayetano Heredia, Lima, Perú.
La saLud púbLica en eL
perú y eL cOVid-19
Public health in Peru and COVID-19
Jesús Lorenzo Chirinos-Cáceres
1
A
pesar de haber mejorado el control
de enfermedades que azotaban a los
países de ingresos bajos y medios, cada
cierto tiempo aparecen nuevas enfermedades
infecciosas, que también comprometen a
los países de ingresos altos, haciéndoles
recordar que las transiciones demográcas y
epidemiológicas son dinámicas y cambiantes
por lo que debíamos estar atentos y preparados.
1
Para todos nosotros no es ajeno haber
conseguido logros como el incremento en la
esperanza de vida al nacer, disminución de
la mortalidad materna e infantil y control de
las enfermedades metaxénicas, a pesar de sus
rebrotes, entre otros indicadores. El progreso
en el control de nuestros problemas de salud,
así como en los sistemas de salud, ha sido
desigual y, en varios casos, manchado por la
corrupción.
2,3
Los estilos de vida saludable han tenido una
relación inversa al progreso de las economías
por el incremento del sedentarismo y el
uso y abuso de la tecnología en los espacios
privados y sociales, los que han representado
factores importantes para el incremento de
enfermedades crónicas como la obesidad,
diabetes mellitus, hipertensión esencial, etc.,
con los respectivos daños cardiovasculares y el
incremento del cáncer.
Ha habido poco desarrollo de la atención
primaria y cierto abandono en la atención
hospitalaria llegando a la precariedad y a
dicultar el acceso al sistema de salud a pesar
de la insistencia en la universalización de la
salud y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible
para salud y bienestar (ODS 3), que en varios
casos encontraba un sistema sumamente
fraccionado y para nada integrado.4 “La meta
especíca de no dejar a nadie desatendido es
una llamada de atención para centrarse en las
personas que corren más riesgo de quedarse
sin los servicios de salud que necesitan y
merecen” es un plan al 2030.
1
Así mismo, debemos señalar algunos aspectos
de la educación ya propuestos el siglo pasado en
la rueda y la taxonomía de Bloom que indican
que la educación de calidad (ODS 4) debería
ir de un nivel de complejidad bajo a un nivel
de complejidad alto mediante el conocimiento,
comprensión, aplicación, análisis, síntesis y
evaluación, por supuesto todo dentro de lo
familiar, comunitario, ambiental, regional,
nacional y global en que se da la vida.
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Es importante mencionar que la salud y la
educación (ODS 3 y 4) deben ir juntas en todas
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las etapas de la vida por ser transversales a
todas las demás ODS y poder tener una mente
abierta para hacer frente a los vicios y virtudes
del sistema en general.
Todo lo anterior sirve para indicar que la salud
pública, en una denición amplia, debería ser
entendida como la ciencia y el arte de promover,
prevenir, controlar e impedir enfermedades,
mejorando la calidad y aumentando la
esperanza de vida, fomentando una salud
de las poblaciones de manera equitativa,
de acceso libre y permanente a un sistema
de salud integrado o único y universal, con
participación y scalización comunitaria, con
un medio ambiente saludable, con educación
sanitaria e higiene personal que lleven al
autocuidado en salud.
6
Fue difícil encontrar
una denición pero, con esta, pretendo señalar
lo ocurrido en estos cuatro meses de pandemia.
Empezaré indicando que la epidemiología y
la salud pública permiten promover salud y
prevenir enfermedades haciendo predicciones
con los patrones de enfermedades ya
estudiadas, basados en su nivel más bajo en
factores asociados, luego factores de riesgo,
factores esenciales y los determinantes sociales.
Todo ello debe llevar a políticas tanto en salud
como en educación con una visión multimodal,
multisectorial e interdisciplinaria.
Sólo mencionaré algunos ejemplos de mi
experiencia como médico internista, de haber
asistido a estudios epidemiológicos como
infecciones nosocomiales o intrahospitalarias,
que cuestan tanto a los pacientes y hospitales.
Luego, sobre mortalidad materna, cuyos
factores de riesgo clínicos más importantes eran
la hemorragia y las infecciones y su relación
con el aborto, donde ya entran factores sociales,
demográcos y económicos, como la pobreza,
educación, grupo etario, etc. La epidemia del
VIH/SIDA, el cólera, la inuenza H1N1, la
resistencia bacteriana, etc. Sin embargo, he
apreciado que todas estas experiencias no nos
han permitido avanzar en el sistema de salud
y educación correspondientes ante epidemias
mayores.
La historia se repite y tiene relación con nuestra
situación actual de la educación y salud y
la falta de comunicación para el cambio de
comportamientos. La salud y la educación
han servido para lograr ocupar cargos en la
política más que solucionar sus problemas; y,
en esta pandemia se ha puesto al descubierto
todas las falencias de nuestros sistemas de
salud y educativo, por mencionar dos de suma
importancia.
A mediados de los años 1990´s, en la Ocina
General de Epidemiología con el Programa de
Epidemiología de Campo, una regla era leer
los diarios porque allí se encontraban señales
de inicios de brotes epidémicos y se podían
revisar los supuestos de las comunidades sobre
el origen de las mismas. Todo ello permitía
prepararse para los brotes epidémicos y alertar
a las comunidades y al sistema de salud, y
con ello se pudo yugular brotes de malaria
por Plasmodium falciparum, peste y rabia. Sin
embargo, nada de ello, permitió mejorar la
educación sanitaria e higiene ni integrar, por
lo menos, el sistema de salud.
En China, en diciembre 2019 (al parecer hubo
casos antes) apareció el brote del COVID-19,
producido por el SARS-CoV-2, y en el Perú
apareció el primer caso el 6 de marzo del 2020
y se decidió el cierre de las actividades en el
país el 16 marzo.
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Pero, no se tomaron otras
medidas importantes previas como revisar
a los pasajeros que llegaban del extranjero al
país, sobre todo de países comprometidos,
o limitar su entrada, el cierre del aeropuerto,
suspender los viajes a las regiones y adoptar
todas las medidas de autocuidado conocidas
como lavado de manos, el uso de mascarillas
(que recién dos meses después se generalizó),
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el distanciamiento físico y el aislamiento social
y, muy importante, proteger al personal de
salud.
Peor aún, la protección del personal de salud fue
escasa, se usaron pocas pruebas diagnósticas
certeras y más las complementarias, se tomaron
medidas que rompieron el aislamiento social
y el distanciamiento físico llevando a un
incremento exponencial de casos que aún no
para. Así, estando en el día 141 del estado de
emergencia nacional (según el mapa interactivo
del Centro Johns Hopkins de Ciencia e
Ingeniería de Sistemas), al 31 de julio 2020,
el Perú tenía 428 850 casos y 19 614 fallecidos
que signicaban la mayor cantidad de muertos
por millón de personas en el mundo. Y, que
hubo momentos en que se dijo que se había
controlado la enfermedad o que habíamos
llegado a una meseta que era irregular o con
picos y en la actualidad estamos ante un
repunte al haberse establecido el reinicio de las
actividades económicas por fases y los viajes
interprovinciales por vía aérea y terrestre, que
son vías de infección importantes, y con una
cuarentena focalizada incipiente o inexistente.
Además, se iniciaron tratamientos no
comprobados o automedicaciones, con solo
supuestas ecacias, y no sabemos si los
fallecimientos ocurrieron por la enfermedad y
sus complicaciones o por otros eventos.
También, debemos señalar que, aparte de la
contribución hecha por el gobierno de turno
ante esta situación, hay corresponsabilidad de
las autoridades locales y regionales, así como
de la misma población en su desesperación
por conseguir alimentos, medios económicos
y tratamientos de dudosa ecacia debido
principalmente a los determinantes sociales de
vivienda, educación, salud y pobreza que son
precarios.
Podríamos haber predicho que la situación del
COVID-19, en las condiciones de salud pública
y de educación en que nos encontrábamos,
iba a sobrepasar toda acción tomada por el
gobierno. Así, la realidad brusca y violenta fue
mostrada por esta enfermedad, produciendo
cambios, aparte de su efecto negativo en la
economía, en la educación en el país, como
la educación a distancia que es incompleta
y, en cuanto a la salud, mostrándonos la
falta de oxígeno, de camas hospitalarias
para los sintomáticos moderados, de camas
en las unidades de cuidados intensivos, de
ventiladores mecánicos y de recursos humanos
especializados para los más comprometidos
(UCI), llegándose a la situación de que los
médicos tienen que decidir quién entra a
UCI y recibe soporte ventilatorio, aparte del
sufrimiento de los pacientes de saber que van
a fallecer solos y en condiciones deplorables.
Lo violento de esta enfermedad hace que
nos pongamos a tomar acciones prontas
y equitativas, con una integración inicial
del sistema de salud, las cuales ya ha sido
dadas a conocer por los expertos, y seguir las
normas establecidas para preservar la salud.
Finalmente, debe prevalecer la lucha contra la
corrupción y planear una política de desarrollo
sostenido que permita que los peruanos
podamos estar en mejores condiciones para
enfrentar nuevas emergencias sanitarias, así
como las secuelas que dejará el COVID-9 en la
salud de las personas, teniendo como corolario
que “educación sin salud no es educación y
salud sin educación tampoco es salud”.
Debo indicar que, de acuerdo a la denición
de salud pública utilizada, hay mucho que
reexionar y hacer, y nada que resaltar al
momento actual, hasta que llegue la vacuna
o el tratamiento salvador con evidencias
sucientes.
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referencias bibLiOgráficas
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