Acta Herediana vol. 62, N° 1, enero 2019 - junio 2019
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Anecdóticamente, Watson aceptó que se
compare su genoma con el de Craig Venter
– uno de los primeros secuenciadores del
genoma y fundador de Celera Genomics- y el
del cientíco coreano Seong-Jin Kim. Lo que
se halló fue que Watson y Venter tenían más
genes en común con Seong que entre ellos
mismos.
Desafortunadamente, Watson no está solo.
Hay muchos otros cientícos que opinan de la
misma manera. Es de esperar que en el futuro
cercano todos tengan conciencia de lo que se
conoce a la luz de los avances cientícos y no se
alimente a las pseudociencias o se contribuya
a las falsas creencias populares, como la de
aquellos que sostienen que la Tierra es plana,
otros que la Tierra es hueca, o aquellos que
niegan la evolución de las especies, por citar
algunas posturas extravagantes.
A lo largo de la historia, ciertos grupos humanos,
con determinadas características físicas o
culturales (“nosotros/as”), han considerado
que otros grupos no son iguales a ellos (“otros/
as”) o, más aún, que son inferiores.
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Esto ha
llevado a la violencia: a someterlos o, dado el
caso, a pretender exterminarlos. Este proceso
suele acompañarse de un trasfondo económico,
como el usufructuar los recursos naturales
de los sometidos o emplear su fuerza laboral
para provecho del grupo dominante. Después
de una o dos generaciones, los sometidos
fueron considerados como “propiedad” de
los dominantes, fueron cosicados y podìan
ser tratados o enajenados como tales. Lo
relativo de esta supuesta “superioridad”
queda en evidencia cuando pueblos que antes
fueron dominantes y se creyeron “superiores”,
después fueron subordinados.
Esa condición de “nosotros/as” y los “otros/
as” es lo que se conoce como alterización, esto es
cuando un grupo humano se considera patrón
o medida de todos los demás. De esta manera,
ciertas sociedades “blancas/occidentales”
desarrollaron una serie de constructos para
diferenciarse o manifestar su supuesta
superioridad.
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Este fue el caso del cociente
de inteligencia (intelelligence quotient, IQ). Si
los grupos étnicos no “blanco/occidentales”
no tenían un IQ promedio igual o similar al
de ellos, se infería que eran “inferiores”. Por
último, ya no fue necesario el IQ sino que
bastaba que no eran “blancos/occidentales”.
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Durante el coloniaje español, para ocupar los
cargos importantes de la administración o
ingresar a la universidad tenía que demostrarse
la “limpieza de sangre”, esto es padres
españoles o descendientes sin atisbos de
moro, judío, indio o negro. Pero, recordemos
que la península ibérica estuvo poblada
sucesivamente por los íberos, fenicios, griegos,
cartagineses, lusitanos, romanos y godos hasta
que se constituyeron en las comunidades de
castellanos, andaluces, gallegos, asturianos,
catalanes, vascos, etc., y que en el siglo VIII
fueron invadidos y ocupados por los árabes,
quienes permanecieron en la península por
casi 800 años. Ergo, podemos asumir que la
península fue un crisol de genes; entonces,
¿Cómo así se pudo reclamar una “limpieza de
sangre”?
Otro ejemplo. A nes de la década de 1930, el
nacional socialismo reclamó que los alemanes
eran de “raza aria” y que esta era superior a
todas las demás “razas”. Bajo este supuesto,
y con intereses políticos y económicos, se
pretendió el exterminio de toda una comunidad
cuya ligazón no era siquiera “racial” sino
religiosa, la judía. Históricamente, el centro de
Europa ha sido campo de batalla de muchos
pueblos occidentales y orientales, han ocurrido
desplazamientos humanos y ocupaciones en
uno y otro sentido geográco que ha generado
mixturas de genes a lo largo del tiempo por lo
que jamás se podría reclamar una “pureza de